Quémalo todo
El volcán no me dejó subir al volcán, reventó de furia o excitación, no sé, pero explotó y quemó el camino que debía tomar para poder verlo desde el cielo y quemar todo lo que quería quemar allá arriba.
No dejó que lo viera, prefirió asesinar su flora y fauna antes de dejarme ver su centro, horas antes de yo subir a la cima de un volcán muerto. No me dio el privilegio de ver su fuego. Sí me dio el privilegio de salvarme de otra cosa. Nunca antes la naturaleza me había gritado tan fuerte: Quémalo todo. Que se fokin joda.
Lo que me daba miedo perder, iluminó mi mañana con la más violenta claridad dejándome saber que lo que quería, no me quería. Así que edité el paisaje a mi gusto, disipé lo que no hacía falta, hice aparecer lo que necesitaba, aunque siga siendo el mismo sol, agua, y viento.
¿Ganaré la debacle? Ganaré, porque soy la grama, que al final se queda con todo cuando la dejan quieta.
Gracias fuego, gracias montaña, por acompañarme en mis misiones autodestructivas, las que me permiten regenerar mi suelo para que mejores plantas crezcan en mí.
¿Cuántas cosas locas pasan allá arriba? Lo que el fuego verá, no veremos, pero lo seremos.