La Mostra


La receta de pollo frito de mi abuela en Naranjito (2023)


¿Quién seré donde tengo garras? Se preguntó una noche luego de ver sus manos insípidas, e imaginó cuánto poder invocaría si tan solo dejara sus uñas largas. Así que decidió dejarlas crecer porque, según ella, allá donde tiene garras impone respeto, y respeto era lo que buscaba.

Nadie le temía y eso era algo que la confundía, no porque horrorizar a la gente fuera su destino, sino porque innatamente pensaban que ella no podía ser peligrosa: una generalización que ha manchado la reputación de las personas que sangran. Ella (y todas las mujeres del mundo) es capaz de cosas asquerosas, crueles, viles… si la situación lo amerita; pero pocas batallas la inspiraban a convertirse en la mostra que podía ser.

Un día como cualquier otro, escuchó a los monos aullar mientras tambaleaba entre dimensiones, incapaz de abrir sus ojos en la oscuridad. Deben ser las 4:30, susurró en su mente mientras trataba de extender su estadía en la cama, dando media vuelta para enredarse aún más entre las sábanas.
Ahí, entre la calma y los ruidos de los animales que reciben al sol cada mañana, esperaba pacientemente a que su espíritu decidiera regresar del más allá, cuando de repente sintió algo acariciando su yugular, lentamente, como si quisiera quitarle la morra que no le permitía salir de la cama.

Sin mover sus párpados levantó su mano derecha y, de un tiro y a ciegas, sacudió lo que cariñosamente caminaba por su piel. Inmediatamente —-----, algo la picó violentamente en el dedo del corazón.

¡¡¡PUUUÑEEETAAA!!!

Así, con un grito patrio, cayó sentada en su realidad, bien despierta, desnuda, con un dedo malherido por un intruso desconocido. Su grito de lucha despertó a su compañero, quien inmediatamente sacó su lado alfa, encendiendo la luz de su celular y sacudiendo la cama para ver qué la había mordido. ¡Es un escorpión! Gritó el hombre mientras levantaba su chancleta size 13 para asesinar al susodicho. Lo aplastó de un golpe. ¿Pero? ¡Por qué lo matas! Los escorpiones son infinitos, matando a uno no resuelves nada, vendrán más en el futuro. Antares, wtf. Wuat de fok nada, yo no te pedí que lo mataras. 

Ella no quería venganza porque esa no era su batalla. El escorpión no vino en son de guerra, vino para avisarle, recordarle, que debía quemarlo todo y agradecer su desgracia. Él, su compañero, era su batalla, y no el arácnido infinito que había hinchado su dedo aquella madrugada. La misma crueldad que él había demostrado ante el escorpión, era la que a diario aplastaba su corazón.

La medicina del escorpión la quemaba por dentro, transformando en insoportable lo que antes soportaba. Las lágrimas que no habían salido de sus ojos al ser envenenada, saltaron a chorros en el momento en que vio cómo su cuerpo se encendía en llamas. Pero sus lágrimas no eran de tristeza, sino de liberación: al fin había alcanzado la furia que necesitaba para comerse vivo al hombre que tantas veces la había marchitado.

Toda la violencia del mundo se acumuló dentro de ella, ratificando que después de la calma, viene la tormenta. Fue a la cocina y agarró un cuchillo japonés recién afiliado, y sin pensarlo dos veces —----- enterró el cuchillo en la yugular de su compañero.

Él se quedó inmóvil, mudo y sin defenderse, porque jamás pensó que fuese posible lo que estaba pasando. Apenas alcanzó a ponerse la mano en el cuello en un intento tan inútil como él de parar la sangre que pululaba de su cuerpo. Eres una mierda de ser humano, fueron las últimas palabras que él escuchó antes de caer derrotado sobre la cama. Ahí mismo lo envolvió con las sábanas sucias y lo arrastró hasta la cocina. 

Con el mismo cuchillo japonés filetió el cuerpo de su ahora excompañero y colocó los pedazos de carne en varios baldes con salmuera. La cabeza la tiró en una olla con agua, verduras y especias para hacer un caldo de cerdo y, luego de varias horas, cuando la carne agarró la ternura que a él le faltaba, la empanizó con huevo, harina y panko, y la echó a freír mientras preparaba un tonkotsu ramen con el caldo que habí a preparado.

Descorchó una botella de Gamay rosado y se sentó en la mesa con su banquete. Ni siquiera tenía hambre, pero saboreó cada pedazo de carne frita hasta los huesos, y con cada sorbo de ramen recobraba la vida que había perdido luego de tantos años de agonía. 

Cuántas veces quiso huir, cuántas veces quiso defenderse, pero nunca pudo, como si la cobardía que a él le sobraba se la hubiese inyectado a ella a cambio de ese poder que ahora se re-encendía dentro de ella. Por fin había llegado a ese lugar donde tiene garras. Harta y sonriente, tiró las sobras a la basura y caminó al baño para cagar al hombre que tanto la había maltratado.

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Cuento corto sobre un monstruo redactado para el taller Basado en Hechos Reales impartido por Daiset Sarquis en Agrio Club.

"Este taller es una invitación a descubrir herramientas narrativas para contar sucesos de la vida real a través de mecanismos de ficción. A partir de diferentes ejercicios y reflexiones exploraremos cómo lo fantástico puede abrir nuevas formas de narrar lo vivido."

Sesión 1: Obsesión autobiográfica -  ¿Podríamos hacer un recuento de cuándo y dónde comienza esta actual obsesión de narrar la propia vida o sucesos en ella dentro del ámbito de las artes?

Sesión 2: Monstruosidades y otras realidades fantásticas - Tomando algunos ejemplos de movimientos, obras y artistas, conversaremos en torno a la concepción del monstruo y la monstruosidad.

Sesión 3: Imaginación vs invención - ¿En qué son distintos estos conceptos? ¿Por qué buscar imaginar? ¿De qué sirve la imaginación? ¿Qué dicen aquellas quienes la analizan, practican y defienden?

Sesión 4: Universos fantásticos, universos otros - Trayendo ejemplos principalmente de la literatura latinoamericana, de ciencia ficción y otros, exploraremos mundos creados para repensar el  nuestro.
 


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